domingo, 5 de julio de 2009

Te lo recito en éste video...




Reclinatorio de roble,
enrasado en su almohadilla,
donde los huesos gastados
deben doblar las rodillas.

Imagen del siglo doce,
que muestra a Jesús clavado,
con unas gotas de sangre
en su pecho traspasado.

Semioscuridad total
en el recinto de piedra,
donde retablos y cuadros
a extraños santos recuerdan.

Silencio superprofundo
que rasga el delgado cirio,
con la llama que flamea
en el altar blanco y limpio.

De rodillas, en el suelo,
El Monje está concentrado,
con las manos ocultando
sus ojos congestionados.

De vez en cuando un suspiro,
de sus finos labios vuela,
atravesando la estancia,
desde su boca a la vela.

De vez en cuando un ¡Dios mío!
se le escapa de su pecho,
impregnando de pasión
aquel oscuro silencio.

Se puede cortar por denso
el ambiente del instante,
donde un hombre se confiesa
de "El Pecado" ante su Padre.

No hay respuesta, ni parece
escucharse alguna frase
ni ningún ángel se ve
ni hay aparición de nadie.

Todo está igual que al principio...
Antes de que El Monje entrara
para "El Pecado" intentar
que Dios se lo perdonara.

El Monje eleva su rostro
sacudiendo su capucha
que al caer muestra una faz
de belleza entera y dura.

Se le nota que, aunque enjuto,
aun los músculos le abultan
bajo el hábito de saco
en que entierra su figura.

Su pelo rapado rubio
en la barba se recrea
mostrando la juventud
a una lágrima que rueda.

Han pasado unos minutos
o quizás horas enteras...
El Monje se pone en pie
creando una sombra negra.

Se persigna ante la cruz.
Genuflexiona... Y se marcha.
Cierra la puerta al salir.
Respira hondo... Y descansa.

*******

Dentro ha quedado "El Pecado"
deshecho en la oscuridad,
El Suspiro y el ¡Dios Mío!
También... La Duda y El Mal


Jesús de Torres Cabezudo
Madrid y Julio de 1995